El confinamiento por la pandemia del COVID-19 ha puesto en cuestión la relación con la familia biológica, y el cuidado de sus miembros posibilita afianzar lazos familiares y extender esos vínculos de afecto a relaciones personales y ecológicas con otras formas de vida. Madre, padre, hermano y yo propone expandir el concepto de familia humana hacia la no humana (fauna, flora, minerales) y convoca a repensar formas de interacción para un bienestar común, como reacción a las circunstancias planetarias que vivimos.

La pieza de escucha, Madre, padre, hermano y yo, fue grabada durante varias ceremonias de yagé en el año 2021, tiempo durante el cual la pandemia COVID-19 implicó sostener de una forma decidida, con enfoque y mérito, la labor de armonizar dolores en el ambiente cercano; de la familia de sangre, de la familia escogida y de otros seres no humanos que hicieron parte del sentido medicinal en un tiempo de enfermedad planetaria. Es así como se presenta la interpretación de la armónica en ceremonias de yajé, un instrumento característico de la medicina, el cual medía en este caso, el saber entre la necesidad de armonizar la enfermedad y el lenguaje de la planta.

En, Madre, padre, hermano y yo, la armónica guía la intervención de otros instrumentos y voces, su materialidad sonora se escucha diferente, se expande y contrae, como la vida. El sonido no se reconoce fácilmente pues como en las ceremonias del yagé, los cantos y la música son una superficie que se atraviesa, y al entrar se descubre una profundidad medicinal en la cual esa sonoridad se transforma, se vuelve conocimiento, pinta y armonización.

6:55 minutos. Estéreo, 2021.